Cuando nuestro perro se hace mayor, su salud es más frágil y hay que empezar a tener eso en cuenta a la hora de cuidarlo. Aquí van algunas recomendaciones:
- Llevar un control veterinario más exhaustivo:
Seguiremos con los tratamientos habituales, pero además le someteremos a una revisión dos veces al año para controlar los cambios producidos por el envejecimiento, aunque aparentemente nos parezca que el perro está sano. La detección a tiempo de un problema siempre supondrá un beneficio en tanto que se podrá empezar a tratar desde el principio, y esto puede ser crucial en según qué tipo de enfermedades, disfunciones o problemas.
Tanto en las revisiones del veterinario como en nuestra higiene rutinaria tendremos en cuenta los cuidados dentales; suponiendo que se haya seguido un tratamiento durante toda su vida lo seguiremos llevando a cabo. También continuaremos dándole comida crujiente para prevenir el sarro y evitar que pierda alguna pieza.
- Hacer ejercicios especiales:
Está claro que no podremos forzar a nuestro perro realizar la misma actividad que cuando era más joven, así que le proporcionaremos un ejercicio que, sin cansarle demasiado, ni provocarle estrés, le ayude a mantenerse en forma (siempre dentro de sus posibilidades), a que los huesos y músculos estén más protegidos, y que le proporcione satisfacción y diversión para que se sienta mejor y más feliz. Con esto también prevendremos o mejoraremos los problemas de obesidad (un problema bastante frecuente en perros ancianos) y de artritis que pueden aparecer en nuestro perro, ya que el ejercicio quema calorías y reduce el dolor en los huesos que aumenta con los cambios de tiempo.
Lo ideal es que haga ejercicios a diario que consistan en paseos y juegos de atrapar objetos de manera tranquila, sin agresividad ni violencia. En cuanto a la cantidad de ejercicio tiene que ir en proporción a la raza de perro que sea y, sobre todo, a su estado de salud y a sus ganas. En general, no dejaremos que se canse en exceso y haremos que repose cuando lo necesite; no debería faltarle nunca agua. El juego también nos ayudará a prestar atención a sus sentidos: la vejez comporta, inevitablemente, pérdida de la sensibilidad en la vista, el oído y el olfato, pero podemos compensar esta pérdida si mantenemos una estimulación permanente tanto física como mental del perro.
Problemas asociados al envejecimiento
- Obesidad:
Es peligrosa no solo por los problemas que puede provocar por sí misma, sino porque un perro obeso es más vulnerable frente a otras enfermedades que pueden agravarse por culpa del exceso de peso. Además, la obesidad provoca problemas en los huesos, en el corazón, en el sistema respiratorio, y reduce la agilidad y la movilidad. Puede ser que la obesidad no se detecte rápidamente ya que aparece paulatinamente y esto dificulta que nos demos cuenta en seguida. Debemos controlar el peso de nuestro perro para ver si es estable o si, por el contrario, aumenta demasiado. También podemos comparar su aspecto con fotografías anteriores, ya que podremos apreciar el contraste con más facilidad.
Otro síntoma que nos ayudará a detectar la obesidad es el comportamiento del perro, si está más cansado, si quiere dormir más, o si está poco ágil. La obesidad, además de poder prevenirse, puede curarse. En cuanto se detecte, habría que ponerle tratamiento según los consejos del veterinario que, seguramente, incluirán una dieta que se ajuste al desgaste y al ejercicio del perro.
- Problemas auditivos:
Si nuestro perro no responde cuando le llamamos por su nombre o ladra de manera desconcertada, puede ser que tenga problemas auditivos. La pérdida de la audición puede ser parcial e incluso intermitente si es debida a una mala higiene (se acumula el cerumen) o a algún tipo de infección que deberá tratarse con antibióticos, siempre bajo supervisión médica. El oído es una parte muy delicada que debe cuidarse de manera correcta. Mantendremos la higiene y la salud de los oídos según nos indique el veterinario y no le aplicaremos ningún producto que no nos haya recomendado éste.
- Problemas de visión:
Normalmente, la causa es el deterioro de la retina y puede ser debido a una infección. Con la edad se pierde lubricación en los ojos y pueden aparecer más legañas y otros problemas que deberemos prevenir con una buena higiene y un buen cuidado de los ojos. Podemos intuir pérdida de visión observando su comportamiento ya que ellos de por si ya no ven como nosotros y ante la progresiva pérdida de ésta, cuando todavía no es total, pueden llegar a compensarla con los otros sentidos, como el oído, que tienen más agudizados.
Estaremos atentos al mínimo detalle que nos pueda indicar que ha perdido vista, ya que, si es así, además, puede correr algún peligro. Si observamos que un velo blanco va cubriendo sus ojos seguramente son cataratas, que pueden provocarle ceguera total, así que le llevaremos al veterinario para que realice su diagnóstico.
- Problemas dentales:
El cuidado de la boca y de los dientes es especialmente importante en esta etapa de la vida. La formación de placa y sarro es tan frecuente como peligrosa. Deberemos compensar esto haciendo que mordisquee (no huesos, ni cosas dulces) y con una constante limpieza y control para evitar que se le acumulen bacterias. Detectaremos los problemas en la boca, además de con el control visual, si el perro no quiere comer o le cae la comida de la boca; si tiene halitosis (mal olor de boca); si saliva demasiado; si tiene las encías sensibles, o si se le mueve o se le cae alguna pieza.
- Problemas digestivos:
Es probable que nuestro perro anciano padezca cierta incontinencia respecto a la orina; puede que orine demasiadas veces y sin control, y que tenga mucha sed. Puede que padezca vómitos o diarreas; puede que tarde mucho en acabar su comida, que pierda el apetito o que rechace parte de la comida. Todos estos síntomas pueden ser debidos a problemas del aparato digestivo; si observamos alguno de estos síntomas le llevaremos al veterinario para que le haga una exploración.
- Problemas musculares:
Debemos proporcionar a nuestro perro un ejercicio adecuado a su edad para retardar los efectos de deterioro de los músculos.
- Problemas en los huesos:
Al igual que los músculos, los huesos sufren un desgaste importante con los años, ya sea por artritis o por alguna lesión anterior, que es natural e inevitable pero que podemos retardar también con ejercicios apropiados y una alimentación adecuada, ya que la obesidad es contraproducente también para los huesos. Estos problemas pueden provocarle cojera en las patas, los hombros o la cadera; el diagnóstico lo tendrá que verificar el veterinario, así como el tratamiento más adecuado, ya sea con medicación permanente o a través de alguna intervención.
- Problemas cardíacos:
Si se cansa excesivamente sin una razón aparente o si le cuesta respirar puede que sufra alguna lesión coronaria así que le llevaremos al veterinario rápidamente. La obesidad también provoca problemas de este tipo.
- Problemas en la piel:
Es evidente que la piel del perro sufrirá deterioro al convertirse en un perro anciano; la piel y el pelo del perro joven tienen un aspecto saludable, un grado de grasa adecuado, brillo y suavidad. Estas cualidades se irán perdiendo cuando llegue a ser un perro anciano, así que debemos intentar compensarlas con productos especiales (cremas, aceites, lavado y peinado adecuados) y con soportes vitamínicos adecuados, especialmente recomendados para los problemas de piel ya que dan buenos resultados.
A parte de preocuparnos del aspecto de la piel, comprobaremos regularmente si tiene bultos ya que pueden ser tumores o quistes. Si notamos la piel más espesa o áspera es normal, sobre todo en la zona de las orejas, pero ante cualquier anomalía que no sepamos identificar acudiremos al veterinario.
- Cambios en el pelo:
La pérdida de volumen en el pelaje y otros cambios en el pelo como que se vuelva gris en las zonas alrededor del hocico o de las orejas, o que se aclare el del bigote son síntomas normales del envejecimiento, así que no deberemos preocuparnos por ello.
- Cambios de actitud y comportamiento:
Es normal que el perro sufra un cambio de carácter al convertirse en un perro anciano, debido a los cambios y deterioros que esto supone, y a que el cerebro también sufre discapacidad y pérdida de algunas neuronas funcionales, pérdida que resulta irreversible. La disminución de la energía y el aumento del sueño son normales; no querrá hacer tanto ejercicio y dormirá mucho más, aunque su sueño será más superficial, ya que van perdiendo la costumbre de estar siempre alerta.
Por otro lado, tolerará menos que le molestemos, sobre todo si duerme y lo despertamos; se alterará y estará más irritable porque estará afectado por la pérdida de sus habilidades. Puede que por la pérdida de visión y de oído se sientan más desorientados y se asusten al despertarse de golpe y no se lo tomen demasiado bien.
Si tiene niños o perros pequeños alrededor, estos deberán respetarle y no molestarle demasiado ya que él no tendrá humor para soportarlos. Deberemos tomar conciencia de que necesitarán más atención, sensibilidad y comprensión para adoptar su nueva situación.