Introducción a la poda de rosales
La poda de los rosales es uno de los pasos más importantes dentro de sus cuidados por varias razones:
- Es imprescindible, sobre todo, para la salud de la planta, ya que a través de ella se eliminan las ramas y hojas que estén dañadas, enfermas o muertas. De esta forma, se previene la propagación de plagas indeseadas en el rosal. Además, este proceso asegura una mejora de la circulación del aire, lo que puede controlar y reducir posibles excesos de humedad y prevenir la aparición de hongos y la manifestación de infecciones fúngicas.
- Es necesaria, también, para estimular el crecimiento de nuevos brotes y ramas, lo que favorece el aumento de la producción de flores.
- Es la mejor manera para conseguir la estética deseada, ya que ayuda a lograr la forma y el tamaño deseados para el rosal y, gracias a la poda, se verá lleno de flores.
Herramientas necesarias para podar rosales
Para podar rosales, será necesario disponer de algunas herramientas básicas que permitan realizar cortes precisos y limpios sin dañarnos a nosotros mismos.
- Tijeras de poda: son una herramienta indispensable para la poda de rosales, ya que permiten cortar ramas pequeñas y delicadas con precisión. También será recomendable tener una podadora más grande y resistente, para las ramas que sean más gruesas (hasta 2-3 cm de diámetro). Para aquellas que sean aún más viejas y gruesas (más de 3 cm de diámetro), será imprescindible contar con una sierra de mano.
- Guantes de jardinería: es importante usar unos guantes resistentes para proteger nuestras manos de las espinas durante la poda.
- Gafas de seguridad: son recomendables para proteger los ojos de posibles lesiones por ramas, astillas u otros objetos que puedan salir disparados durante la poda.
- Desinfectante: podemos utilizar alcohol o una solución de agua y lejía para limpiar a fondo las herramientas de poda y, así, evitar la propagación de enfermedades.
Momento ideal para podar rosales
El mejor momento para podar los rosales es a finales de invierno o principios de primavera, cuando se acaben las heladas y las noches comiencen a ser menos frías, que será, aproximadamente, durante el mes de marzo. Si el rosal se encuentra en una zona de clima más frío, será mejor retrasar la poda para asegurarse de que, después de la misma, no habrá heladas, ya que si esta se realiza demasiado pronto, la función de estimulación del crecimiento se echará a perder y no funcionará, pues los nuevos brotes que salen tras la poda no tienen fuerza suficiente para soportar las heladas.
Esta poda se puede completar con otra poda adicional en otoño, en el mes de noviembre, cuando podemos eliminar los restos de madera muerta, un concepto que en rosales se refiere a las partes del tallo o ramas que ya no están vivas y no producen hojas, brotes ni flores. Es fácil de detectar porque suele ser de color marrón oscuro o gris y seca al tacto. También puede tener una textura quebradiza o agrietada. Es importante eliminarla, ya que puede ser un refugio para plagas y enfermedades, además de un signo de daño en la planta.
Durante esta poda también se deben quitar las flores marchitas, aunque hay que tener en cuenta que lo mejor es retirar las rosas que se sequen conforme lo hagan para que el rosal no gaste energía en ellas.
Lo mismo sucede con los chupones, que son brotes que crecen en la base del rosal, cerca o directamente de las raíces. Estos brotes no producen flores o producen muy pocas en comparación con aquellos que crecen en el tallo principal. Por ello, es importante eliminarlos regularmente, antes de que se hagan más grandes y difíciles de eliminar, ya que, de lo contrario, pueden agotar la energía de la planta y debilitarla, además de desviar los nutrientes de los brotes principales que sí producen flores.
Se pueden cortar con tijeras de poda o con los dedos, siempre lo más cerca posible de la base para evitar que vuelvan a crecer. Podemos apartar la tierra para ver dónde nace el chupón y cortar lo más cerca posible al tronco.
¿Cómo preparar el rosal antes de la poda?
Antes de podar un rosal, es importante prepararlo adecuadamente para minimizar el estrés que pueda sufrir la planta y asegurarse de que siga creciendo y floreciendo de la mejor manera. Estos son algunos de los pasos que puedes seguir:
- Antes de empezar a podar, inspecciona el rosal con cuidado para identificar cualquier rama dañada, enferma o muerta. También es importante que observes la forma general del rosal para decidir qué ramas deben quieres eliminar y cuáles prefieres que se queden para conseguir la estética que desees.
- Asegúrate de limpiar y desinfectar las herramientas de poda, utilizando alcohol o una solución de agua y lejía, para prevenir posibles enfermedades.
- Si el clima ha sido seco, es recomendable hidratar el rosal, regándolo bien un día o dos antes de la poda, ya que la deshidratación puede hacer que sufra estrés tras el proceso.
- Marca las ramas que quieres cortar con una cinta o tiza para evitar confusiones durante la poda.
- Antes de empezar a cortar las ramas grandes, retira con cuidado las espinas y ramas pequeñas que puedan dificultar la poda.
Técnicas de poda para rosales
Aunque existen técnicas de poda específicas para cada tipo de rosal, en función de su porte o forma, hay algunas que son comunes para todos ellos:
- Debemos conservar las ramas principales de la planta, que serán las más fuertes y las que formarán la estructura del rosal después de la poda. Por ello, eliminaremos las laterales, además de aquellas que estén enfermas o muertas y las más viejas y gruesas, para que el rosal concentre su energía en aquellas que dejamos y estimule el crecimiento de otras nuevas.
- Cortaremos dejando 4 o 5 yemas en las ramas más fuertes y 1 o 2 en aquellas que veamos más débiles. Lo haremos justo encima de la última yema, no demasiado al ras ni dejando más de un cm por encima.
- Tendremos que cortar en ángulo diagonal de 45º en lugar de cortar recto, ya que así evitaremos que el agua se acumule en la superficie del corte, lo que podría provocar problemas de pudrición.
Ten en cuenta que, además de la poda anual explicada, algunos rosales necesitarán una poda de rejuvenecimiento tras varios años de crecimiento. Esta será necesaria, sobre todo, en los rosales arbustivos, que puedan volverse demasiado grandes y desordenados. Consiste en cortar todas las ramas a nivel del suelo para permitir que la planta produzca nuevos brotes y crezca más saludablemente.
Cuidados posteriores a la poda de los rosales
Para garantizar la salud de la planta después de la poda, es necesario llevar a cabo ciertos cuidados que aseguren su bienestar:
- Aplica una pasta cicatrizante en los cortes para sellar las heridas derivadas de la poda y proteger la planta contra hongos y enfermedades.
- Limpia bien la base del rosal, eliminando los restos de poda y no dejando que se acumulen.
- Riega bien la planta para ayudarle a recuperarse, pero asegúrate de no excederte, pues la humedad puede dañar o pudrir sus raíces.
- Observa con regularidad la planta para poder actuar con rapidez ante cualquier signo de enfermedad o plaga.
- Refuerza el abonado para fomentar el crecimiento de nuevas ramas y potenciar la floración. Como la poda es un proceso que puede provocar estrés a la planta, un fertilizante que contenga el nitrógeno, el fósforo y el potasio necesarios le ayudará a recuperarse y a crecer saludablemente. Aplica la cantidad recomendada por el fabricante, ya que cualquier exceso puede ser perjudicial.