¿Cuáles son las plagas y enfermedades que pueden afectar a mis plantas?
A todos nos encanta disfrutar de la naturaleza y de nuestras plantas en casa pero, a veces, nos sorprendemos al encontrarnos con diversas plagas y enfermedades que ponen en riesgo su equilibrio. No hay qué temer, puesto que este tipo de afecciones son normales siempre y cuando estemos al tanto y aprendamos a prevenirlas y a tratarlas a tiempo. Es relativamente sencillo controlar las plagas en las plantas que tenemos en casa siempre y cuando seamos capaces de reconocerlas y aplicar los productos necesarios.
En fronda te ofrecemos una amplia variedad de productos fitosanitarios y abonos que te ayudarán a cuidar bien de tus plantas previniendo la aparición de plagas y enfermedades y te ayudarán a combatirlas en caso de que se presenten.
El pulgón
El pulgón es un insecto chupador que se alimenta de la savia de las plantas. Existen muchas especies diferentes. En España se han clasificado más de 34. Los hay de color verde, negro, blanco y amarillo. Tienen un largo pico articulado que clavan en la planta y por el que absorben la savia. Se instalan agrupados en colonias en los brotes más tiernos.
Los pulgones, al estar agrupados, son fácilmente visibles. En la parte terminal del abdomen tienen dos tubos excretores denominados sifones. Segregan un líquido azucarado, semejante a la melaza, muy apreciado por las hormigas, por lo que la presencia de éstas delata el ataque del pulgón. Las hojas aparecen pringosas. También se puede reconocer la presencia del pulgón por la existencia de la negrilla, un hongo negro que también se alimenta de las melazas, afea la planta e impide la fotosíntesis. Las hojas y los brotes aparecen abarquillados y retorcidos. La planta se debilita. También se pueden observar manchas amarillas o de color verde pálido en los puntos de picadura. Los pulgones son los principales transmisores de virus: pican una planta infectada y, al picar otra sana, le inyectan el virus.
Los pulgones son muy prolíficos, en la época estival producen nuevas generaciones muy rápidamente. Hay hembras que disponen de alas y son las que invaden nuevas plantas. Los pulgones son vivíparos, es decir, no ponen huevos, sino que paren a sus crías. Es una plaga que ataca durante la primavera y el verano, favorecida por las altas temperaturas y el exceso de fertilizantes.
¿Cómo combatir el pulgón?
Los pulgones tienen muchos enemigos naturales, como la mariquita, la crisopa y unas pequeñas avispillas que los parasitan. Sin embargo, ninguno de ellos controla completamente la plaga, por lo que hay que recurrir al uso de fitosanitarios específicos. Los insecticidas anti-pulgones son muy efectivos. Hay que comenzar aplicarlos al principio de la primavera y conviene hacer tratamientos hasta el mes de agosto, ya que se producen varias generaciones.
La cochinilla
Junto con el pulgón, es una de las plagas más frecuentes del jardín y afecta a casi cualquier planta ornamental, sobre todo si el ambiente es seco y cálido. La cochinilla es un insecto chupador, que clava el pico en las hojas, tallos o frutos y absorbe la savia, que luego excretará en forma de melaza. Existen muchas clases, pero todas se caracterizan por tener una especie de escudo protector y ser relativamente inmóviles.
Se puede sospechar de la presencia de cochinillas cuando las hojas están amarillas, pegajosas y deformadas. También cuando se observa la presencia del hongo negrilla, o cuando se ven hormigas subiendo por la planta.
Notamos la presencia de cochinillas porque la planta tiene menos vigor debido a la pérdida de savia y a que no puede realizar bien la fotosíntesis ya que se lo impide la capa de polvillo negro que produce la negrilla. Además, el deterioro estético también es importante.
¿Cómo combatir la cochinilla?
Para controlar esta plaga hay que eliminar las partes más afectadas, colocar la planta en un lugar más fresco y con más luz, aplicar un producto específico contra cochinilla y repetir los tratamientos cada quince días, en función de lo que aconseje el fabricante, ya que el caparazón protege al insecto de los fitosanitarios. Lo mejor es atacar cuando se observen las primeras larvas y ser muy perseverante.
El mildiu
El mildiu (Peronospora sparsa) es un hongo que ataca al rosal y a otras muchas plantas del jardín y también de la huerta.
Los primeros síntomas que podemos detectar en una planta que ha sido atacada por esta enfermedad son una serie de manchas irregulares que van apareciendo en el haz de las hojas. Al principio, estas manchas son de color amarillo y se sitúan, sobre todo, en la punta y en los bordes, pero poco a poco van tomando un tono marrón o púrpura. En el envés de la hoja, correspondiendo con dichas manchas, se puede apreciar un moho gris blanquecino. Tras la aparición de estas primeras señales, las hojas se secan y a los pocos días se caen.
Los tallos, flores o frutos de las plantas tampoco se libran del mildiu, y en ellos también pueden aparecer manchas pardas.
El mildiu es un hongo que requiere un ambiente con elevada humedad y temperatura para su aparición. Para que germinen las esporas, es imprescindible que haga calor y que la temperatura alcance unos 24 ºC, a la vez que es necesario que la planta se encuentre mojada durante varias horas.
Las condiciones óptimas para el desarrollo de la plaga son riegos, lluvias, nieblas o rocíos seguidos de días calurosos.
¿Cómo tratar el mildiu?
Nos encontramos con una enfermedad que se transmite con gran rapidez de unas especies a otras, por lo que su prevención se convierte en una tarea fundamental. Desde el momento en que se aprecian los primeros síntomas de que la planta está siendo atacada por este hongo, se debe aplicar un fungicida sistémico. Para que este tratamiento sea eficaz es muy importante aplicarlo enseguida, muy pocos días después de la penetración del hongo.
Por ello, es básico observar con cierta frecuencia nuestras plantas, por si se detectan las señales del mildiu en sus primeros momentos. Para evitar la infección, lo más adecuado es realizar tratamientos preventivos cuando se den las condiciones climáticas necesarias para el ataque del hongo.
La Bortrytis cinerea
La Botrytis cinerea es un hongo que produce podredumbre en la base de los tallos, brotes, hojas, flores y frutos. Aunque afecta a cualquier planta, prefiere las de hojas carnosas, así como los tallos tiernos.
Este hongo infecta a las plantas entrando por las heridas causadas por insectos, granizos, rozaduras, etc. El síntoma más típico es un micelio (conjunto de filamentos) esponjoso y de color gris oscuro en las partes afectadas, que terminan pudriéndose.
Las condiciones óptimas para su desarrollo son temperaturas suaves y humedades altas. Con estas condiciones el moho gris se extiende con rapidez por todo el ejemplar. Así, cuando llega una primavera húmeda y lluviosa, aumentan las posibilidades de que aparezca Botrytis en el jardín.
¿Cómo controlar la Bortrytis cinerea?
Es fundamental evitar las heridas, ya que es el lugar por donde el hongo entra en las plantas; por ello, has de tener un cuidado especial en el momento de la poda y cuando entresaques las hojas. En el caso de las plantas de interior sensibles a la Botrytis como son el ciclamen, la cineraria, el kalanchoe, etc., es imprescindible regarlas por abajo, colocándolas durante un rato sobre un plato con agua. Si se trata de plantas de exterior delicadas, protégelas siempre de las lluvias persistentes. Para evitar este problema, hay que disminuir los riegos y la humedad ambiental, así como prestar atención a que el suelo drene bien. Además, las macetas han de estar en lugares con muy buena ventilación. De la misma forma, cuando las plantas se ubican en invernaderos, es fundamental mantener una estupenda ventilación e impedir el exceso de humedad.
¿Qué hacer cuando la planta ya está infectada de Bortrytis cinerea?
Una vez que el hongo ya ha infectado a una planta, hay que valorar la gravedad del problema. Cuando el ataque no es tan grave como para arrancar el ejemplar, se puede iniciar un tratamiento con fungicidas sistémicos capaces de llegar a las raíces y al cuello. En caso contrario, lo más aconsejable es cortar aquellas partes que ya han sido afectadas por Botrytis, o bien, eliminar la planta entera para evitar que infecte a otras cercanas. Al retirar una planta que ha sufrido el ataque de Botrytis, la tierra también puede quedar infectada, por eso no es bueno plantar otro ejemplar de la misma especie en el mismo lugar.
El oídio
El oídio es un hongo muy común, que se manifiesta como un polvo blanco en hojas, brotes, capullos ya frutos. Las hojas y los tallos atacados se vuelven después de un color amarillento y terminan por secarse.
Las esporas del hongo son transportadas por el viento y caen sobre las hojas, germinando ahí e introduciendo unas raicillas para absorber las sustancias nutritivas de la planta. Al desarrollarse, el hongo produce manchas redondeadas, de color blanquecino y aspecto pulverulento, similar a la ceniza o a la harina. Al pasar el dedo por la mancha, se quita el polvo blanco y se ve debajo la superficie de la hoja de color amarillento.
Algunas plantas son más sensibles que otras, como los rosales o el evónimo, pero casi todas pueden sufrir su ataque si se dan las condiciones favorables. Le favorece las primaveras muy húmedas y con temperaturas suaves. En verano suele desaparecer si se dan altas temperaturas, pero resurge en otoño. Afecta más a las plantas débiles y a las que están a la sombra o mal ventiladas.
¿Cómo controlar el oídio?
Lo ideal es hacer un tratamiento preventivo con azufre, antes de que el hongo aparezca. Como medida preventiva, es recomendable no plantar muy denso, eliminar las hierbas de alrededor que pueden ser muy sensibles al oídio y no regar por aspersión. Cuando aparecen los primeros síntomas, conviene eliminar todas las partes afectadas para evitar la propagación y aplicar después un fungicida de contacto. Como es una enfermedad que ataca a las partes jóvenes de la planta, y la planta está creciendo continuamente, conviene repetir los tratamientos cada 15 días aproximadamente.
¿Qué hacer cuando la planta ya está infectada de oídio?
Cuando la planta ya está bastante infectada, hay que acudir a los fungicidas sistémicos, que penetran en la planta. Existen diferentes productos específicos contra el oídio, también fungicidas ecológicos.
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